miércoles, 30 de junio de 2010

La soledá de Viodo atardeciendo


La silueta Tezán colos depósitos. El carretillu en medio la corlada. Les banderines d'una romería. Unes contraventanes que nun s'abren. Una muyer de lluto escaxinando. La yegua qu'echa fumo poles ñarres. Un coche llinia que crucia la xelada. Una paré d'un cuartu, un crucifixu. Les guah.es que dibuxen un cascayu. El panaderu que pita a lo lloñe. La fresquera col tarru de les nates. Un canariu que canta nuna xaula. Una mesa col hule a la intemperie. Les cascares d'un güevu, la ceniza. El bebederu col mofu y el cañu. La lleña preparada nuna caxa.
(La Nueva España, 4 de febrero 2007)

viernes, 25 de junio de 2010

Todo es palabra: Imaxes


La poesía de




Aurelio González Ovies 


 


Todo  es




PALABRA 




m    i    r    a    v       z





Compilación




María García   Esperón 






MMX

El rombu más al norte d'esta tierra


 El rombu más al norte d'esta tierra. Estremu más vertical que'l vértigu. La oriella más septentrional del mapa. Senderos que se pierden pela costa. Parroquies enraizaes dende fai sieglos. Conceyu d'etimoloxía de gozu. Cartabón de colleches y rituales. Testimoniu del pasu los romanos. Territoriu de pumaraes y castros. Cementerios orientaos a la solana. El cabu que más sal y más s'estira. El faru qu'alluma sobre la nueche. Andecha de llabriegos y marinos. Siendes peles que naide yá nun pasa. Bravura de la mar contra contra Coneo. Atalaya que llinda col océanu. Imaxes mui antigües de la vida. Imaxes que se mecen como'l fueu. Imaxes que sumiránse na brasa.
(La Nueva España, 4 de febrero 2007)

El campanariu Cardo sobre'l cielu



El campanariu Cardo sobre'l cielu. Perdones escondío ente los valles. Un corredor cola palma de pascua. La fuente con un chorru sede cayendo. El tendeyón con riestres de cebolles. Un carru abandonáu ente los artos. La ropa nun tendal, con azulete. El perru atáu que míranos y lladra. Unes botes de goma nel portal. Los pocillos col flan nuna ventana. Les berces colos tueros espurríos. Un regatu d'orín camín abaxo. Los palos de la lluz, delles esqueles. Les voces de dalguién nuna cuadra. Un molín cola esperanza seca. La lluvia que s'acerca amenazante. L'ecu de los tractores polos praos. La xilguera con un merucu en picu. Los teyaos de Nembro na distancia.
(La Nueva España, 4 de febrero 2007)

Gozón, imaxe a imaxe



El paisanín que va cola gadaña. Les sábanes al verde nuna llosa. La portiella madera medio muerta. Los gatos a la caza de los topos. Los manzaneos que yá s'atopen vieyos. Los bidones la lleche na cuneta. La niebla llevantándose con calma. Les gaviotes de Peñes alborotando. Un neñu que s'allexa en bicicleta. El ruíu la cacía al mediudía. Les fabes esguilando poles vares. Los balcones abiertos, les alfombres. Un balagar na claridá de xuliu. Una lata d'aceite con xeranios. Antromero coles xanes n'arena. L'alma blanca de Lluanco hasta la playa.
(La Nueva España, 4 febrero 2007)

martes, 22 de junio de 2010

Todo es Palabra: Es así


La poesía de




Aurelio González Ovies 


 


Todo  es




PALABRA 




m    i    r    a    v       z






Compilación




María García   Esperón 






MMX

Es así



A veces tienes partes de infinita tristeza
y quedas en silencio mirando cómo callas,
con las manos marchitas alrededor del mundo.
Entonces, se me hielan el beso y la palabra.
Cuando nos conocimos era todo mentira,
los árboles, las calles, la luz sobre tu cara,
era toda una noche estrellada de orígenes.
Ya no te me pareces a tus ojos en nada.
Ya no amanece el sol por detrás de tu pelo,
ya no bajan los dioses a embadurnarse en tu alma.
Ya no puedo pensarte por encima de todo.
Ya no te digo siempre la primera palabra.
A veces tienes capas de imparable amargura
Y me asumo a tus huesos hundidos en las brasas.
Ya no puedo besarte los labios despoblados.
Ya no te me pareces, posiblemente, en nada...

Palabras en obras


Palabras en obras, veladas por los lienzos de los restauradores, que posiblemente no serán nunca expresiones definitivas, con las que referirnos a lo repentino y olvidadizo. Desconfiadas de lo que decimos, apartadas de la ideología y los ismos gremiales de los diccionarios. Dadas de sí por el uso y las modas, traicionadas, vacías y pesarosas, arrepentidas de haber arrendado su eco. Arrepentidas de haber manifestado lo que no debieran ni representan.
Existen palabras como frascos de esencias muy vetustas, que al ser destapadas nos aturden. Como candiles, para facilitar el acceso a la noche y a los desvanes de la memoria y el abandono. Como estampidos, para acobardar a los furtivos que merodean nuestra soledad y nuestras convicciones. Como aguaceros, para los ciclos de sequía y sed. Como cielos despejados, sin nube alguna, para creer que somos verdaderamente felices. Como sangre inesperada y golpes terribles, para aceptar que nos debemos a los contratiempos y a la desdicha.
Al menos, con las palabras que suben a mi voz, muero paulatina y decididamente; vivo en frágil paz y en desorden, contrarío la voluntad de los jerarcas, desoriento suspicacias, tergiverso el automatismo, improviso rumbos y contingencias, redimo represiones, blasfemo y atento contra mi actualidad y sus desastres, contra mi existencia y su superficialidad y sus sacrílegos alfabetos. Con las palabras, al menos reflejo mínimamente la sombra de lo que soy (La Nueva España, 30-07-08).

Revientan en una ocasión y para siempre


Revientan en una ocasión y para siempre, pronuncian siempre por una sola vez, así con ese ímpetu, de esa única forma irreparable. Las palabras actúan al igual que las vainas de las legumbres, abren su cáscara, esparcen su grano y nos proporcionan deleite o amargura, nos provocan complacencia o náusea. Caben en una palabra sabores desvaídos, situaciones irreconciliables, afectivas fragancias descatalogadas, rostros en ruinas, animales que nos quisieron, sueños que nos rondaron y exquisitos venenos.
Hay palabras breves, pero cruciales, que duran estaciones, sinónimas de siglos, cordiales como un abrazo, cándidas como un soplo de apego y devoción. Palabras en las que entramos y percibimos el fresco de las mañanas originarias, avistamos los haces de una luz inocente por entre las rendijas de sus sílabas, percibimos la carcoma en los marcos de sus expectativas, de sus vencidas guarniciones, de su madera odorante. Palabras que nos dan en la cara como una telaraña poderosa y nos atrapan en sus ideas malditas y caducas.
Palabras que se asustan de sí mismas al oír la resonancia de su significante y huyen amedrentadas y no regresan más a la sintaxis ni a las fábulas. Hay palabras con el acabado de la belleza, como hechas por la mano de un artífice, que nos unen a la benevolencia y nos sugieren sosiego y pureza. Palabras curadas al aire libre que sólo emplean las generaciones pasadas en sus salmos nocturnos y comportan efluvios medicinales y milagrosas secuelas. Que no han salido de los libros e ignoran la polución del lenguaje, la enfermedad de la morfología y el dolor de las interjecciones.
(La Nueva España, 30-07-08).

Al menos con la voz



Al menos con la voz, escribo lo que siento y no lo que me dejan sentir. Con la palabra grito más allá de lo que me está permitido con la voz. Dilato los contornos de la realidad, amplío los perfiles de lo potencial. Pido deseos imposibles, destruyo leyes ilegales, amplío la cortedad de instantes que no debieran consumirse. Con la palabra duplico los sentidos, alcanzo más que con la vista, rozo lo inalcanzable o lo marchito, paladeo encuentros íntimos, escucho las intrigas de los difuntos, husmeo la antigüedad de los estremecimientos y las cifras.
Las palabras vienen a mí con significados ajenos, con paisajes extraordinarios y espacios dóciles, con grafías extrañísimas y mensajes secretos que no confío más que a la página en blanco. Todas las palabras poseen un interior desconocido, un más allá de la apariencia, como los seres humanos y las grutas y la hondura de los pantanos y los frutos de la tierra. Cada palabra contiene infinitas evocaciones, innumerables reminiscencias, parentescos insólitos y desheredados. Las palabras, como los ríos inaprensibles, jamás nos inundan de la misma manera, jamás transcurren en idéntica orilla. (La Nueva España, 30-07-08).

viernes, 18 de junio de 2010

Morir sin medida en Todo es Palabra

La poesía de


Aurelio González Ovies 

 

Todo  es


PALABRA 


m    i    r    a    v       z




Compilación


María García   Esperón 




MMX

Las horas


Rodrigo preguntaba:
¿qué son las horas?
Y su mamá le dijo:
como palomas.
Y Rodrigo insistía:
¿y los minutos?
Y ella le respondió:
son como sustos.
(Se sienten y no se ven
porque son repentinos y muy oscuros).
Pueden pasar muy pronto
o durar mucho.
Depende de cuánto tiempo
decida cada paloma
posarse
en cada uno.

Para escuchar

Y entonces


Y entonces se limpiaba las lágrimas
con los puños de su camisa.
Hablaba de los barcos,
de baúles cargados, de las tormentas
de su casa de América con palmeras
y aljibes y potos gigantísimos.
Recordaba a las indias con su piel de coral
y se callaba -quizás un nombre propio, muy moreno-
y se quedaba absorto, observando las nubes,
y lloraba en silencio
porque el recuerdo estaba vivo,
en el hombre sin nada, sin nadie,
sin sí mismo.
Nos admiraba su sabiduría en las tardes vacías
del domingo,
nos intrigaban su voz, sus lentes, sus manos como
nudos,
su tanta vejez achiquillada.

Siempre hay en nuestro origen algún sabio
que muere por no decepcionarnos.

(A José, in memoriam)

Para escuchar

Morir sin medida


A Chusa, por su ser.
De qué nos sirve entonces
la memoria
si no tenemos fe ni percibimos
que hay algo por encima
de nosotros
que nos lleva a soñar
lo inalcanzable.
Otra edad llegará
que nos despierte
y nos haga llorar
sobre el vacío,
nos asome a su invierno
y a sus noches
de estrellas más lejanas
que el recuerdo.
De qué me vale entonces
esta voz
que nombra a veces
cosas tan queridas
y ahoga a veces
tragos tan amargos.
De qué tanta pasión
por habitar mi ser,
encontrar el silencio,
compartir ese eterno
momento en que la mar
parece que nos habla.
De qué sino para esperar
que en todo hay esperanza.



Para escuchar:

miércoles, 16 de junio de 2010

Y entonces se limpiaba las lágrimas




Y entonces se limpiaba las lágrimas
con los puños de su camisa.
Hablaba de los barcos,
de baúles cargados, de las tormentas
de su casa de América con palmeras
y aljibes y potos gigantísimos.
Recordaba a las indias con su piel de coral
y se callaba -quizás un nombre propio, muy moreno-
y se quedaba absorto, observando las nubes,
y lloraba en silencio
porque el recuerdo estaba vivo,
en el hombre sin nada, sin nadie,
sin sí mismo.
Nos admiraba su sabiduría en las tardes vacías
del domingo,
nos intrigaban su voz, sus lentes, sus manos como
nudos,
su tanta vejez achiquillada.

Siempre hay en nuestro origen algún sabio
que muere por no decepcionarnos.

(A José, in memoriam)

(C) Aurelio González Ovies
Voz
María García Esperón
Música
Heitor Villa-lobos
MMX


lunes, 14 de junio de 2010

Todo es Palabra: Contrariedad



La poesía de


Aurelio González Ovies 

 

Todo  es


PALABRA 


m    i    r    a    v       z




Compilación


María García   Esperón 




MMX

Contrariedad




No se parecen nada a lo que esperas.
No se parecen nada a lo que son.
No poseen riqueza que envidiarles.
No son felices más que a intervalos.
No piensan nunca lo que sienten.
No sienten nunca lo que dicen.
No dicen nunca lo que piensan.
No sueñan más que entre la oscuridad.


Nunca permiten que les asombres.
Nunca te tienden sus manos frías.
Nunca te escuchan con atención.
Nunca acarician la brevedad.


No se parecen a lo que exigen.
No son capaces de amar seguido.
No se liberan de sus costumbres.
No han aprendido a encontrarse solos.
No entienden ser fieles a sí mismos.
No les reviste más que el orgullo.
No se conforman con la salud.
No siguen leyes para matar.
Nunca se miran limpio a los ojos.
Nunca ejercitan el corazón.
Nunca se acercan a los abismos.
Nunca persiguen, nunca, el jamás.


No se parecen a lo que fueron.
No se entusiasman con las estrellas.
No saborean con gusto el agua.
No saben cuánto seda la sed.
No se detienen más que en las formas.
No echan de menos más que lo muerto.
No pierden tiempo, no encuentran tiempo.
No viven más que para huir de sí.


No viven. Huyen, cogen y tiran.
No viven. Huyen, vienen y van.




Para escuchar:

sábado, 12 de junio de 2010

Trino ancestral



¡Ay de lo que no se ve y no se escucha en este fabuloso jardín nuestro! Aquí, donde todo es posible y evidente: origen y acabamiento. Cuánto darían por permanecer a la sombra los artífices de la luz, los obreros de los reconocimientos y las nombradías! Porque todo se olvida igual que se nombra, y ellos lo saben.
En este fabuloso jardín nuestro existe un pájaro que en-canta, pero nadie lo ha contemplado. No se plasma en los catálogos ornitológicos ni en los inventarios acostumbrados, mas entusiasma y pervive. Dicen que a ninguna otra especie imita y que, de atardecer en atardecer, surge como una partitura de silencio e inunda los valles. Y que hay quien, a pesar de ignorarlo, lo venera.
Adivinan que no frecuenta ramas altas ni árboles autóctonos. Censuran, en términos de ave, su altivez y su insolencia. Analizan su trino, presagian su amplitud, comparan su dulzura. Escriben sobre él tratados y estadísticas. Especulan su reino y su genealogía. Y hay quien si lo apresara, sin apenas tentarlo, lo envenenaría.
Comentan que es un género adventicio. Que incomoda. Que no merece un credo ni un paisaje ni una jaula. Pero en este fabuloso jardín nuestro es todo muy puntual, a su debido tiempo; y en ocasiones transcurren miles de años, cientos de paradigmas y no suceden un módulo insólito ni un siglo (Hesperya, año 2007).

Para escuchar:

viernes, 11 de junio de 2010

Lejano yo


¿Cuánto tiempo ha pasado desde que yo no siento tan honda y limpiamente la amplitud del verano ni me paro a observar el verdor de las hojas ni me siento tranquilo a la sombra de un árbol ni me adentro sin premuras ni heridas por los viejos caminos que tanto he caminado? ¿Cuál fue el punto de fuga, el momento preciso de tan definitivo desencuentro? ¿Queda todo perdido o subsiste incólume e inasible en las esplendorosas campiñas de la infancia?
¿Dónde me habré abandonado por vez primera, dónde me habré mudado y dejado mi ser como dejan tirada las culebras su camisa ya vieja? ¿Cuánto hace que no siento la honesta frescura de la brisa ni me asomo a la mar y lanzo piedras al eterno afán de las mareas? ¿Cuánto que no me abrazo con el cariño antiguo ni me pregunto, con sincera mirada, qué es lo que quisiera, qué busco, que no sueño, por qué me alejo tanto de mí mismo? ¿Qué espero que no haya sucedido, qué no ha sido de lo que yo esperaba?
¿Me parezco ahora en algo a aquél que cruzaba los prados protegido, agarrado a la maternal mano de Remedios; algo a aquél que andaba por entre la cintura del maíz arrancando las barbas para trenzar bigotes de mentira que pegábamos con jabón en la niñez de nuestras caras? ¿En qué a quien le entusiasmaban las charcas y los juncos y los abrevaderos, donde pasaba tardes enteras, entre tritones, musgos y renacuajos ágiles, con un colador roto y una lata?
¿Cuánta distancia queda hasta sus ojos nítidos, hasta su corazón sin desconfianza? ¿Por qué nunca más vino a trepar las higueras y a esconder las luciérnagas en cajas de cerillas? ¿Por qué jamás regresa en julio, hacia el ocaso, echado entre la hierba en lo alto de los carros tirados por las vacas? ¿Qué hay en los tendejones antiguos de su vida, qué queda de sus gomeros y de sus zancos, de sus trabucos de madera y sus chanclos gastados y sus botas de agua?
¿Qué parte de mí será más firme, qué fracción de lo que era y cuál más cierta de todas las que fueron descosiéndose o defraudé temprano o deshojaron prontas antes de que yo las desprendiera o dejara olvidadas entre cantos de cucos, manzanilla, malvises y los cables tendidos por las arañas del tronco del laurel a cualquier rama? (La Nueva España, 19-05-10)

miércoles, 9 de junio de 2010

Nuevo: Una página Para Escuchar



La poesía de


Aurelio González Ovies 

 


Todo  es


PALABRA 




m    i    r    a    v       z






NUEVO: Una Página para Escuchar

 Dedicatoria




Compilación


María García   Esperón 




MMX

Dedicatoria



Para mi tierra y mis gentes, un poema elevado sobre la salud y la longevidad, con bellas vistas a la eternidad y multitud de senderos por entre girasoles y espigas dóciles. Rodeado de mar y de escarpados litorales que impidan a las naves del infortunio y a sus contrabandistas atracar en sus límites. Un poema donde la vegetación sea tan espesa como la niebla de mis primeras mañanas en el mundo y los fértiles arbustos deshojen abundancia al borde de la necesidad, y desprendidas aguas surquen la sequía. Para mis gentes y mi tierra, un volumen inacabable de naturaleza y aire puro y talante pesquero y vigor campesino.

Para la Tecu, enunciados portentosos y fundadas verdades que soporten las monumentales curvaturas de la existencia; resonancias de la fe antigua y sílabas no desencantadas, para recomponer los nombres y los propósitos. A Beru, extensísimos versos de plantaciones al sur de la primavera, con barandales y cenadores por donde trepen los rosales y la ensoñación, con aves brillantes, esbeltos cormoranes y sabrosas connotaciones. Al Mico el interior del silencio, los arrecifes de la soledad y el fondo esmeralda de la discreción. Para el Lulillo un puente levadizo desde los sólidos paraísos perdidos a la resbaladiza superficie de la actualidad, en la que jamás ha querido instalarse con su equipaje de soñador.

Para el Cuxa, arpones de idioma que impidan a la edad, como a un pez carnívoro y letal, sumergirse en sus piernas y devorar la agilidad. A la Bis, cláusulas de fantasía con palacios humildes, fuegos encendidos y mucho viento en los balcones de su pasado continuo. Para Biusco, manuales imposibles donde una débil realidad se imponga sobre la tropelía acostumbrada en que vivimos. Para Gelinos, romances de nordeste y maizales altos alrededor de agosto, con gusto a sal marina. A la Trucha, rimas minerales en las que pueda extenderse al sol, como una lagartija, desde el verano de mil novecientos sesenta y tres, al fondo de Bañugues. Para la Gus, una ocasión de mentira, henchida de posibles verdades y de la pubertad más duradera.

A la Geisha, una estrofa apacible, al borde de un molino, con el rumor de un río, donde reflejen por siempre la claridad de mayo y los jóvenes rostros desaparecidos. Para Aurora, un manzano con sombra frondosísima de media tarde y un balancín y un libro y la edad en que aún no sabe lo que aguarda. Para Manolo, verbos espaciosos y alegorías llanas por las que pueda transitar hacia sus metas diarias. A Men, un vocablo encalado, con parra y uvas púrpura, en cualquier acantilado del mar Jónico. Para la Rapo, gramáticas ilícitas y consonantes libres, estilos apátridas, miel de genitivos y emociones calcáreas que fortalezcan sus huesos de cítara. A Eugenia, el clima de la palabra Extremadura, y todas las palomas mensajeras que anidan en los alerones de la melancolía.

A María Olga, fíbulas con salmos de oro sobre los que indagar la fonética del tiempo, las sucesivas hebillas de las concordancias y las contraindicaciones del lenguaje antiguo. A Julius, cantigas de Corias y territorios donde maduren sin prisa las pavías y los racimos de la amistad. Para Elena, abrecartas bruñidos que rasguen el quebradizo embalaje de los fósiles. Para la Piterita, agua de lluvia contenida en un adverbio inédito, muy cerca de donde no está permitido arrepentirse. Para Bichitte, caracolas con el susurro del Sena y la beatitud que trasluce en los húmedos muros de las catedrales. A Elisa, la fisonomía del humo y el cromatismo de las horas extraordinariamente hermosas. A Nori, patrones de poemas y dobladillos de voces impredecibles. Para Sibila, un tren de perezosos vagones resplandecientes que no abandone jamás los aromáticos setos de la infancia. Para María toda luz que se enciende cada vez que pronuncia una palabra. Y un abrazo trirreme desde mi norte hasta sus océanos de constancia.

Para mis muertos, mullidas letras y abecedarios de plumas en los que recuesten sus músculos mientras me esperan. A todos vosotros, los que me amáis o me mostráis indiferencia, los que me escucháis o me dais la espalda, a todos, lo más duradero de todo aquello de lo que nada es para siempre. (La Nueva España, 21 de mayo 2008)



Para escuchar:

lunes, 7 de junio de 2010

Qué de nosotros



Qué de nosotros
si rompiesen los cómputos.
Alguna verdad justificaría
la necesidad de mis mentiras.
Nos amenazarían, igual,
constantemente
siempre
continuamente
siempre
malditamente
siempre.
Estarían siempre a punto
el impacto y la víctima.
Descarrilaría el alma
si tropezara el cuerpo
mil nuncas y una noche
sobre
la
misma
piedra.
Dónde coincidirían el aire
y la cometa.
Volcarían los científicos
más sol en sus bidones.
La exactitud sería
alta
esbelta
gigante
como un verso labrado
en una raya.
Plegaría verdad el prospecto
en sus bálsamos.
Habría más hasta un muerto
que de Kavafis a Ítaca.
De dormir a morir una inicial
apenas,
menos de una vocal del no hasta el uno.
Vaciaría yo mi vacío
al llenar tu confianza.
Vería el crítico
arte
en el mural mEnTiRA.
Qué litros de abandono
inundarían el orbe. Qué juez
alcanzaría la dignidad de verso.
Qué actitud adoptar para quedar
palabra
eternamente
palabra.
Palabras.
Palabra Silvio con
Caribe y pateras
Palabra en obras
rodeada de andamios
palabra ermita
con el olor de la cera
palabra alero
con golondrina y nido
palabra fuente
con surtidor y alhambras.

domingo, 6 de junio de 2010

Anuncio por palabras




Este es un año de cansancio. Verdaderamente es un año muy viejo.
A. Gamoneda

SE NECESITA un ser
que quiera compartir lo poco que tenemos
de lo mucho que aún queda.
[No han de importar sus años, su condición
social, su domicilio...]
Pero es urgente.

Alguien que entienda todavía por qué se van los pájaros
otoño arriba,
a qué ha venido el hombre,
a qué flor pertenece el color de los sueños,
en qué mes se desbordan las razas infelices,
con qué uvas se pisa la esperanza,
con qué refrán se cura la maldición de estar siempre
tan tristes.

SE REQUIERE que sepa manejar el idioma de las cosas sencillas
y calcular el radio de los besos
y valorar los rostros que carecen de marca
y escribir en presente las ilusiones muertas
y entender la estructura de los gestos.

PREFERENTEMENTE niño-hombre-mujer-adolescente,
de la piel que quisiera,
con los ojos redondos como un significado,
con la voz siempre en fuga como las libertades
y las manos abiertas como diez intenciones.

Pero un ser, ante todo,
que jamás haya visto un chubasco de sangre,
que no haya puesto nunca una trampa a la vida,
que haya bebido a veces un mar de malos tragos
y a veces con la rabia haya comido tierra.
Es también requisito presentarse a deshora
con el inmenso encanto de lo que no se espera,
con la sonrisa fresca como un chorro del alma
y el eterno secreto por que uno se enamora.
Alguien que prometiera
que es preciso muy poco para ser muy feliz
a toda costa.
Pero es urgente.

Madrugada siempre



Llevantase en noviembre y sentir fríu.
Adormecese en mayu a cielu abiertu.
Quedar la nueche entera frente a la nueche.
Madrugar y subir hasta l'iviernu.
Despertar sobre'l temblor d'un suañu,
y percibir que tas,
al mio llau,
na mio vida,
respirando na calma
abrazando'l mio cuerpu...


                                 (Beru. Ochobre 2006)

Para escuchar:

¿Áu voi? ¿Qué busco?



¿Áu voi? ¿Qué busco? ¿Por qué
escapo tantes veces d'onde toi,
d'equí, onde fui,
a tranques y barranques, dando dalgún
pasu en firme,
tanteando ser curtiamente
feliz?
¿Qué pretendo alcontrar
que desde equí nun tope?
¿Qué imaxino tocar que les mios manes
nun puean algamar dende
mi?
¿A qué suaño abrazame que nunca
se m'escurra?
¿A ónde me dirixo? ¿Qué más hai
que l'amor,
esi dalguién qu'aguarda
cola lluz encendío
colos llabios en flor
colos güeyos en vela?

¿Qué más? Yo sé que nada
esiste
-los años me lo dicen-
fuera de ti y de mi.

¿Qué más que el amor?


¿Adónde voy? ¿Qué busco? ¿Por qué
huyo tantas veces de donde estoy,
de aquí, donde fui consiguiendo,
a trancas y barrancas, dar algún
paso en firme,
intentar ser, a veces, brevemente
feliz?
¿Qué pretendo encontrar
que desde aquí no halle?
¿Qué imagino tocar que mis manos
no puedan alcanzar desde
mí?
¿A qué sueño abrazarme que nunca
se me escurra?
¿Adónde me dirijo? ¿Qué más hay
que el amor,
ese alguien que te espera
con la luz encendida
con los labios en flor
con las manos en vela?

¿Qué más? Yo sé que nada
existe
-los años me lo dicen-
fuera de ti y de mí.

martes, 1 de junio de 2010

Ramo de soledad



Soledad como un ramo de muerte para un novio,
como un altar de invierno donde invoco la vida,
como un tren al suicidio irremediable.
Por dónde entrarás hoy, por dónde llegarás,
quien te podrá indicar por qué camino
si hasta mi patria
hay pueblos todavía sin lenguaje.
Yo sé que alguna noche viniste con tus perros
y dejaste las huellas en la nieve
y un perfume a nostalgia como tiene la higuera
y una perla caída de tus brazos de diosa.
Por dónde llegarás, hacia qué hora,
hoy te debo una rosa más que nunca;
te esperaré despierto con la luz encendida.

Para escuchar: