viernes, 18 de enero de 2013

EL CUENTO DE LA VIDA



Recoge las palabras,

apaga el fuego.

Dame tu mano vieja.

Dame tu mano atardeciendo,

tu mano de pastora,

-cinco dedos de fuerza-.

Y sal conmigo y nómbrame

el nombre de todas las estrellas del cielo de la noche.

Luego vayamos ya.

Vayamos dentro.

Y acércame a la madre antigua

de los libros.

Repíteme el final

de aquella historia.


Era roja la rosa

roja como la sangre roja de aquel pájaro,

roja como su cuello rojo entre la espina.


Pronúnciame el nombre

de sus príncipes.

Háblame y dime

palacio,

pluma

carruaje.

Dime conceptos a galope,

dime

diamante,

arroyo,

sauce,

y seda

y púrpura y candil.


Era roja la rosa como la vida

de la sangre

y roja de dolor como el corazón

del desengaño.


Siéntate junto a mí.

Ahora

cierra las puertas,

tenemos que morir.


© Aurelio González Ovies