lunes, 30 de abril de 2012

Hace tiempo que se fue el pecado


Hace tiempo que se fue el pecado.
Venid a este paisaje donde no tengo conciencia,
a este desierto enfermo de pirámides
y palmeras que esperan
con sus brazos abiertos.
Estoy deshabitado. Más que nunca.

© Aurelio González Ovies
En presente
Voz: María García Esperón
Música: E. Karaindrou
MMXII

sábado, 28 de abril de 2012

Todo es Palabra en el Congreso de la Palabra de Guanajato

Un poema de Aurelio González Ovies en la clausura del IV Congreso de la Palabra en León, Guanajuato (México).


Todos quisiéramos dejar aquí un poema
como la vida,
un verso en pleamar como una playa,
un verso infinito como una claridad,
un verso mortal como un disparo,
un verso donde esté escrita la pena trashumante
con todas sus guitarras,
un verso en que se posen los acontecimientos.

Todos quisiéramos marchar libro adelante
a través de una historia que se aleja
o el jardín de algún nombre muy antiguo
o morir para siempre en una página.
Porque todo nos nombra,
todo nos dice, todo nos afirma,
todo nos inunda.

Todo es mentira y es verdad y es ilusión y frío y nombramiento
y libertad y cárcel.

Todo es palabra
.
(C) Aurelio González Ovies

lunes, 23 de abril de 2012

Necesitamos libros. Feria del Libro y la Rosa 2012 en la UNAM


Entusiastas del libro se dieron cita en la Feria del Libro y la Rosa 2012 de la UNAM. De la mano de María García Esperón los escritores Moisés Sheinberg, Eduardo Carrera, Patricia, la hija del recordado Renato Leduc, y otros entusiastas de los libros, prestaron sus voces para la lectura de fragmentos de un texto de Aurelio González Ovies: NECESITAMOS LIBROS 




    Libros hermosos, con desinencias y trayectos hacia reinos deliciosos; donde nos espere lo que no sucede a tiempo o lo que termina de forma irremediable. Libros tránsito para enseñar a morir de otras muertes y aprender vidas inconcebibles. Libros con la misma y única maquinaria del corazón, perfecta y quebradiza. Libros como agua, indispensables para la sed humana. Cálidos, como el vaho de los animales en las cuadras; inolvidables como la primera vez de cualquier vez primera. Libros para una segunda oportunidad y para una despedida que no tuvo lugar. Libros con bifurcaciones e indicadores lo inverosímil. Por donde podamos desfilar hasta abrazar los brazos abiertos de los antepasados. Libros inamovibles y horizontales como la compostura de los difuntos. Invadidos de ahogo como una boca colmada de terreno. Sinónimos de la locura y sus extravagancias clarividentes.
Dementes libros bondadosos, al fondo del fondo, donde arde la tenue vela de la verdad.
© Aurelio González Ovies

Amar los Libros. Una infancia necesaria
Conferencia pronunciada en el XVI Simposio de la Asociación de profesores de español Gerardo Diego. 
Santander. 18 de octubre de 2008.


domingo, 22 de abril de 2012

En presente

Cuando nos demos cuenta
la vida habrá dejado de nosotros
una estación inédita
y un camino a mitad de la palabra.

*
Fui feliz con muy poco,
porque sus ojos de arena
marcaron las horas más felices de mi vida.

*
Partiremos de aquí
y todo lo nuestro
quedará en las sonrisas de las hiedras
que suban a buscarnos olvido arriba.

*
Más allá que haya lo que quieran
siempre que aquí estés tú.



(C) Aurelio González Ovies
En presente
Voz: María García Esperón
Música: Yanni
MMXII

miércoles, 4 de abril de 2012

Semana de calvario

Llegan días de Semana Santa, llenos de inevitables evocaciones de desánimo


Estrenábamos ropa los domingos de Ramos. Nos ponían sandalias, algún polo de moda y pantalones cortos para asistir a misa. Era como un avance del tiempo de verano. La iglesia se llenaba de familias enteras con palmas y laureles. El cura bendecía con cantos y oraciones. Y tras la eucaristía volvíamos a casa y unas cañas benditas las plantábamos: «Fuera sapos, fuera topos, fuera todo animal de perdición, que aquí os traigo el ramo de la bendición». Rezábamos, era Semana Santa y con cualquier excusa, con reconcomio y culpa, rezábamos.

Comida de vigilia, de domingo más sobrio, sin carne ni chorizo entre la sencillez de los garbanzos. Tarde de cumplimientos. Visita a los padrinos. Un beso y una rama, un pañuelo, unos puros, pastillas de jabón o un frasco de colonia, como todos los años.

Vacaciones muy cortas, pero días muy tristes, difusos y morados. Todo estaba prohibido, la vida se paraba. Era como una tregua de expiación y ayuno. En los televisores no se emitía nada y lo mismo en ninguna frecuencia de la radio. Eran como jornadas de contrición y muerte, de tristeza y pasión. Y las horas olían a cera y a pecado. Procesiones y angustia clavadas en el pecho. Iglesias en penumbra. Palabras que sonaban a luto y a calvario. Sensación de clausura, acidez de Cuaresma, salmos, plegarias lúgubres, Vía crucis, dolor, sermones y rosarios. Cirios lentos en templos y en altares. Respeto y hermetismo en torno a los sagrarios.

Leyendas de martirios que opacaban la luz de primeros de abril o últimos de marzo. Sufrimiento y traición. Imágenes cubiertas con crespones de duelo. Cadencia de susurros en los confesionarios. Abstinencia, opresión, espinas, cicatrices, resignación y sangre, violencia y homicidio, púlpitos que reprenden con resquemor e imperio, con retumbo de látigo.

Emergía en los hogares el único dulzor de aquellas fechas grises. Las madres nos hacían marañuelas y panes con harina y manteca y rallo de limón, muy tiernos y trenzados. Chapas entre los brazos y sobre sus cabezas con porciones de masa sin cocer todavía. En las panaderías los hornos trabajaban al rojo y a destajo. Escaparates llenos de bollos muy esbeltos, con merengue y escarcha y un pollito amarillo y crema y un penacho. Chocolates gigantes con formas de animales, de bólidos, de huevo, de jardín con palacio. Mas todo recordaba el fervor y la fe, todo sabía un poco a religión y a pena, a religión y a pánico.

(La Nueva España, 4-4-2012)