sábado, 12 de junio de 2010

Trino ancestral



¡Ay de lo que no se ve y no se escucha en este fabuloso jardín nuestro! Aquí, donde todo es posible y evidente: origen y acabamiento. Cuánto darían por permanecer a la sombra los artífices de la luz, los obreros de los reconocimientos y las nombradías! Porque todo se olvida igual que se nombra, y ellos lo saben.
En este fabuloso jardín nuestro existe un pájaro que en-canta, pero nadie lo ha contemplado. No se plasma en los catálogos ornitológicos ni en los inventarios acostumbrados, mas entusiasma y pervive. Dicen que a ninguna otra especie imita y que, de atardecer en atardecer, surge como una partitura de silencio e inunda los valles. Y que hay quien, a pesar de ignorarlo, lo venera.
Adivinan que no frecuenta ramas altas ni árboles autóctonos. Censuran, en términos de ave, su altivez y su insolencia. Analizan su trino, presagian su amplitud, comparan su dulzura. Escriben sobre él tratados y estadísticas. Especulan su reino y su genealogía. Y hay quien si lo apresara, sin apenas tentarlo, lo envenenaría.
Comentan que es un género adventicio. Que incomoda. Que no merece un credo ni un paisaje ni una jaula. Pero en este fabuloso jardín nuestro es todo muy puntual, a su debido tiempo; y en ocasiones transcurren miles de años, cientos de paradigmas y no suceden un módulo insólito ni un siglo (Hesperya, año 2007).

Para escuchar: