miércoles, 31 de agosto de 2011

Tarde d'agostu


                                        Pal Lulillo. Siempre

Tarde d'agostu.
Del cinamomu baxa
dulzor de vida.

Ropa tendío.
Quién fuera asina blancu
col nordés dientro.

Campanes y ecu.
Atardezme la vida
sobre la muerte.

Vuelen los gansos.
Les sos ales sol agua
llueven belleza.

Malva montesa.
Caltiéneste tan blanda.
Yo yá vencíu.

Ríu que baxes,
faime corriente tuya.
Arrastro nada.

Sele esperanza:
la espinera revienta
cuando quier ella.

Xestu del lliriu.
Si l'home, per un día,
fuere tan íntegru...

Les andolines.
Oxalá siempre vuelvan
per marzu a Bécquer.

Vuelen y vuelvan,
anque seyan yá otres
y tea yo ausente.



(C) Aurelio González Ovies
El cantu'l tordu
Voz: María García Esperón
Música: Nightnoise
MMXI

viernes, 26 de agosto de 2011

A estas alturas




A estas alturas


No recuerdo más que lo que olvidé. 









martes, 23 de agosto de 2011

Sonrisa y Palabra


Sonrisa y Palabra: un CD con sonrisa dentro, es una selección de 10 poemas para niños de Aurelio González Ovies recitados por María García Esperón. 
Esta primera emisión está dedicada cariñosamente a los niños de 3o y 4o grados de la Escuela Josefa Vergara para niños invidentes de Querétaro, y a su extraordinaria maestra María Constantino, que saben escuchar e imaginar con fuerza los mundos mejores que la literatura nos puede ofrecer. 
(María García Esperón)
Sonrisa y Palabra


1.- Todo tiene vida



2.- Nunca tengas prisa


3.- Artificios y capicúas


4.- Calcetín



5.- La primavera


6.- Mariola


7.- Ramita de sol


8.- Soledad


9.- No tengas pena


10.- Rizos




Sonrisa y Palabra: un cd con sonrisa dentro es un producto cultural sin fines comerciales y el objetivo es que ya sea en el aula o en la casa, los niños y maestros interesados puedan grabar su propio disco descargando los 10 archivos de audio y el cuadernillo adjunto con los textos.

Para descargar el cuadernillo es necesario darse de alta en Scribd. Para descargar los audios, dar clik en "share" y de ahí a "link mp3". O solicitar los materiales por correo electrónico a mgarciaesperon@gmail.com.


También puedes acercarte al blog:  Sonrisa y Palabra

sábado, 20 de agosto de 2011

Rima siempre



Rima siempre: un CD para rimar el mundo es un audiolibro con un poema de Aurelio González Ovies, recitado por María García Esperón sobre la música del compositor mexicano David García Hernández.
El poema fue compuesto originalmente para celebrar el día del libro 2009 -23 de abril- en el Colegio Aniceto Sela de Mieres, Asturias y fue publicado en el sitio web de la institución. 
En esta ocasión el poema viaja hasta México, con una primera parada en la Escuela Josefa Vergara para niños invidentes de Querétaro donde será pasado al braille y presentado también como audiolibro en el próximo inicio de clases, en septiembre 2011.
Rima Siempre

Escucha Rima siempre


Rima siempre: un CD para rimar el mundo es un producto cultural sin fines comerciales y el objetivo es que ya sea en el aula o en la casa, los niños y maestros interesados puedan grabar su propio disco descargando los 10 archivos de audio y el cuadernillo adjunto con los textos.


Para descargar el cuadernillo es necesario darse de alta en Scribd. Para descargar los audios, dar clik en "share" y de ahí a "link mp3". O solicitar los materiales por correo electrónico a mgarciaesperon@gmail.com.











(C) Aurelio González Ovies
Música:
"Carrusel de la felicidad". David García Hernández. "Canción para el corazón de un niño".
Voz:
María García Esperón
MMXI

martes, 16 de agosto de 2011

Qué de la tierra


QUÉ de la tierra
si amputaran los brazos a la atmósfera.


Subirían las mareas hasta
nuestra conciencia.


Quedarían nuestras lágrimas
agrietadas y secas.


Maduraría el deseo.
Soportaría el paisaje una estación
sin pájaros. Reverdecerían
la historia y sus facsímiles.


Fluirían los canales.
Deambularía Van Gogh
con sus lienzos
plegados
y el viento sobre el hombro
por los puentes de Amsterdam.


Vendería en sus puestos
el invierno
palabras
en cartuchos de hielo


palabras
palabras.


Palabra desencantada
palabra sola
palabra entera
palabra que ya no aspira
a nada


palabra que ya no espera
a nadie


palabra restaurada
por artistas flamencos
palabra de cuerda
palabra de fricción
palabra en espiral
palabra de viento.


Palabra que respira
con


muy
grandes
esfuerzos
porque le han expropiado
los pulmones y el frío.

(C) Aurelio González Ovies
Tocata y Fuga
Voz. María García Esperón
Música: Francisco de la Torre. Intérprete: Jon Sayles. www.jonsayles.com

viernes, 12 de agosto de 2011

Tras el fin

El efecto imborrable que dejan todas las lecturas.

Cuando un libro termina, es como si marcharan algunos familiares y se elevara un pájaro de letras entrañables. Y estallara la tarde dividida y ausente, muy lejos de nosotros. Y en el paisaje cambian los límites precisos, la luz y el filamento del que pende el carácter. Y algo que nunca fue sucede desde entonces, para siempre y de pronto. Algo que no pensábamos ni imaginar jamás se instala en nuestras vidas, se posa en las ventanas, se mueve entre los árboles o nos hace llorar en ciertas ocasiones o nos roza en los labios como el agua más fresca o nos agrieta el alma como dolor punzante.

Cuando concluye un libro, se rescinde una época y dejamos atrás un presente inactual y un después y algún antes. Y se emprenden orígenes, insospechados brotes sobre nuestro destino del que apenas sabemos ni una página sola. Se inauguran un frío, un amor, una máscara. Y se obstruyen un plazo, una ilusión, un trámite. Conocemos poblados que en nada nos conciernen, descubrimos costumbres, contingencias y augurios, sospechamos indicios y en nuestros ojos vibran grandiosos ventanales. Acontecen confianzas en seres incorpóreos, degustamos sabores de frutos increíbles y nos hacemos cargo de culpas y de adeudos, de raros sentimientos, de una inquietud chocante.

Cuando un libro se acaba, empieza un recorrido por la melancolía. Y atravesamos rutas que nadie más entiende, así de esa manera, que nadie más comparte. Y nos encariñamos con futuros ilógicos, con mansiones ajenas, con sabores agrestes, con nombres que no son más que palabra en hebra, con rostros que llegan ni siquiera a ser carne. Y parece que llegan a nuestro corazón turbaciones insólitas, sonidos muy recientes, historias que se incrustan definitivamente en los pliegues purpúreos de la sangre.

Cuando se cierra un libro ya no somos tan «únicos nosotros» y nos entran temores y se enajena el ánimo y la fe es más incierta y demuda el semblante. Y se derrumba o crece una felicidad que nos vence o nos yergue, que nos marca esa hora irrepetible y breve, que eterniza ese instante. Y se conectarán en la frágil memoria personajes y aromas, ladridos de los perros, naturaleza y fábula, realidad de libro e invención de esa tarde. Subsistirán, tal vez, en sus lomos y título un recuerdo del viento, un animal al lado, una flor vistosísima, una jornada insulsa, un viaje, una canción, una nube muy rápida, un fulgor de tormenta. Algo muy similar a cuando se desgrana el volumen muy íntimo de un equipaje. (La Nueva España 10-08-2011)

Foto: Pintura de Alfonso Buendía.


domingo, 7 de agosto de 2011

Verano es ayer siempre

En nada se parece la rapidez del hoy a la longitud de los viejos veranos.



                                        Foto: Bañugues, verano 2010. AGO, en Tardes de cal viva

Verano eran las sábanas batiendo entre la tarde. Su blancura teñida de calor y azulete. Eran las largas siestas en los cuartos cerrados para guardar el fresco. Verano eran las fresas cogidas de la tierra con las natas que madre guardaba de la leche. Y los tiernos arvejos trepando por las varas. Y el jugo de las moras que nos hacía bigote. Y los porrones de agua, traídos de la fuente. Y los brazos pintados con las «calcamonías». Y el bocadillo tierno de chorizo «Pamplona». Y los prados segados con bálagos y gente. Y las rutas en bici, con visera y playeros. Y las veras repletas de malvas y cicutas. Y los lentos lagartos con su añil fluorescente.

Verano era el salitre incrustado en la piel. Y aquellos forasteros con moto y sidecar que cruzaban a veces. Y aquellas diminutas quisquillas de las pozas. Y el crujir de aquel güinche que chirriaba en Llumeres. Y el olor de la goma de nuestros flotadores. Y las nuevas sombrillas con marcas de bebida. Y las toallas manchadas de galipote y verde. Y las lanchas paradas, calando allá a lo lejos. Y las nubes que surgen del rígido horizonte. Y las parejas que hablan con palabras picantes. Y el ocle que macera estancado en la arena. Y la primera vez que surcó un artilugio que decían parapente. Y la marea que sube de improviso y nos moja. Y un megáfono que entra, por algún sitio, al pueblo, y repite entre música que «el circo abre sus puertas», que «el circo es a las siete».

Verano era el sabor de la ensalada rusa. Y el membrillo con queso que nos compraba Reme. Y las pipas saladas que me «ariaban» los labios. Y el heladero de Helio, que viene los domingos y que trae unos cortes de tres ricos sabores diferentes. Y la fragancia a sidra y a avellana y a pólvora de alguna romería de algún fin de semana. Y el volador que asusta a los perros dormidos. Y la orquesta que ensaya una canción que arrastra la fuerza del nordeste. Y las noches en calma, con chicharras y estrellas y torpes vacalorias en la luz que se enciende.

Verano era otra vida, o a mí me lo parece: los días luminosos, la conciencia impecable, la ilusión sin heridas, el cuerpo floreciente. Verano es, desde entonces, como un nunca a la vista. Verano es ayer siempre: un paisaje sencillo, los maíces medrando, los padres queridísimos, el amor a la casa, las casas baldeadas, con la cal muy reciente.

Fuente: La Nueva España (30/06/2011)

jueves, 4 de agosto de 2011

La tristeza es redonda como un giro del mundo



LA tristeza es redonda como un giro del mundo
y envejece los cuerpos con su mirada viuda
y separa los nombres, las manos, los océanos.
La historia vive allí,
por aquella explanada de las flores del número,
aproximadamente encima de los muertos.

Algún día la lluvia desprenderá un olor tan azulado
como el ardor del fuego
y cambiarán los días de piel y habrá otra raza
al mando del silencio.
Yo sé que en esta brisa navegan los aromas
de nuestros entrañables amaneceres
en la isla del tiempo:
aquel perfume un poco a temblor de los fresnos,
un poco a infancia y a cuerpo apetecible y a pizarra.

Volverán otros trenes cargados de años nuevos,
de nieve reciente, de veranos,
de brumas adormecidas, de hierbas venenosas
y libélulas al borde de los años del agua.

Volverán otros pasajeros con el destino a cuestas
y sus hijos mamando y sus mujeres
con cántaros
y fuentes sobre su pelo negro.

Volverán otros emigrantes a levantar sus casas
encima del olvido,
ese país de fiebre donde todos los seres
hemos perdido a alguien.
Y otros segadores por entre el mediodía de la avena.
Y otras hilanderas buscando los umbrales
para tejer su hastío hacia la media tarde.
Y otros pescadores con sus conchas de voz
marítima y profunda.

Todo regresará, pero nunca lo mismo.
Por eso os decía que el mundo gira triste,
más triste a cada vuelta,
casi tan triste a veces como la misma lágrima.
Y la historia se empeña en gritar en voz alta
sus mentiras de adobe
y repetir sus rosas como estación de sangre. 



           (A Cuca, Aurelio, Pablo y José, que volverán)


Voz: María García Esperón
Música: Nightnoise
MMXI

martes, 2 de agosto de 2011

Qué de la ilusión



QUÉ de la ilusión
si todo fuera realidad total
aquí
y ahora
siempre
verdad inquebrantable.

Dolería más hondo
asumir que es así,
así
lo que tuvo que ser,
así
lo que tenga que ser y así lo que no
es ni pasa.

A qué millas de mí
naufragaría yo mismo.

Rebuscaríamos ficción en los escombros.
Suplicaríamos engaños y calumnias.

Hibernaríamos como un reptil
(humano).

Llorarían los lápices,

el trapo
de los números,
las pecas
del cariño,
las tren-

zas
de las letras,
los colores
del loro,
las preguntas
solteras

la mañana en que Gloria
quiso quedar dormida.

Frotaría mis deseos
y prendería
tu forma.

Caerían las estrellas
fugaces
tan decididamente.

Esperaríamos algo,

un abrazo,
una fecha de fuego,
una ventana viva,
una casa con alma,
un nombre con imanes,
una vez en el cielo,
un dibujo de niño,
una fruta de nieve,
una mirada grande,
un tú mío, un yo tuyo.

Hubiera escrito Ángel
entonces era otoño en primavera,
o tal vez al revés;
era una primavera...

Adónde irían las naves sin ilusión
de rumbo. A qué distancia huir
sin ilusión de olvido.

A qué recuerdo entrar sin ilusión
de luz.

A qué madre no amar con ilusión eterna.

Hubieran descubierto los fuertes
argonautas
el vellocino de oro.
El unicornio azul bajaría
de las lomas.

Sería igual un destino que una
desconfianza.

Sería lo mismo un paso
que un arrepentimiento.

Se tocarían los jóvenes
ocultos

en los parques.


(C) Aurelio González Ovies
Tocata y Fuga
Realización
María García Esperón
Música: L. Einaudi
MMXI