sábado, 28 de enero de 2012

Cabu Peñes

Ye too norte. Ye'l norte en puntu. Per au albancia la claridá. Onde la tierra se desvanez y la lluz güel a ocle y sal. Ye fin, principiu. Ye'l cabu'l mundu, l'entamu l'agua. Ye superficie y profundidá. Castru y Gaviera onde les foles cueyen relevu y el nordés xunce les sos dos ales y echa a volar. Ye onde la rosa los vientos brama. Onde la nueche ta siempre encesa y la borrina suel madrugar. Per au traxinen toles vapores, ye per au borien tolos pesqueros y per au pasen dalgunos barcos que yá más nunca vuelven pasar.

Ta ente Verdicio y l'horizonte, camín de Viodo, diendo al Ferreru, cerca Coneo, xunto a Tezán. Au les gaviotes faen los ñeros, onde La Erbosa quedó a suañar. Dende au s'avista la vida entera como un abismu que da a l'océanu, una estayina que va a la mar. Ta ente'l cielu y precipicios, penriba'l Ferre, de Solarriba poco p'allá. Después de Lluanco, frente a Bañugues, per u se crucia pa nengún sitiu, per u se vira pal enxamás. Mui a la vera la llontanza, ta en dirección a la eternidá.




© Aurelio González Ovies
Tardes de cal viva y brea
Voz: María García Esperón
Música: Yanni
MMXI

viernes, 13 de enero de 2012

Felicidades a Con la luz de mi cocina


Desde Todo es palabra felicitamos con mucho cariño al blog amigo Con la luz de mi cocina en su primer aniversario de vida en la red: enhorabuena por el éxito culinario y la gran humanidad y generosidad que ofreces en cada una de tus entradas. Que cumplas muchos, muchos más.


sábado, 7 de enero de 2012

Que los Reyes...



Os hayan dejado, que nos hayan concedido salud y ganas de ir adelante e ilusión por levantarnos cada día. Y gratitud y bienestar y esperanza en un futuro cercano mucho mejor que este presente tan duradero y duro. Que os hayan regalado, que nos hayan asignado fuerza y resistencia para continuar con las cargas y los pesares, cada uno con los suyos, que serán más que suficientes. Y tenacidad y deseos nuevos y alcanzables. Y algún sueño en el que refugiarse, cuando la realidad nos asfixie y nos aburran su tedio y sus empinadas laderas.

Que os hayan otorgado, que nos hayan depositado amor propio y empeño. Y leguas de entusiasmo por sentirnos nosotros, con nuestras escasas virtudes y nuestros muchos defectos. Y sinceridad para poder curar los errores y las caídas. Y algo de ternura para seguir acariciando la luz de la mañana, el perro, las caléndulas. Algo de humanidad para no dejar de apuntalar al que se derrumba ni alentar a los que se agarrotan. Un poco de sentimiento para compartir con el que aún desconoce el poder del abrazo, la métrica de la sonrisa, el tenor de la insistencia.

Que os hayan consentido y nos hayan confiado capacidad de emoción y reservas de luz para que nunca nos impidan la negrura ni el túnel dar un paso más, con firmeza y arresto y perspectiva. Que os hayan traído un espacio en la casa, en la casa que es vuestra, fruto de vuestro esfuerzo y vuestras manos hacendosas. Y voluntad y un cerco de cariño como ese de la luna que corona las noches. Y que todo os viva y permanezca.

(La Voz de Asturias, 7-01-2012)

miércoles, 4 de enero de 2012

El rostro del frío

Panorámica del invierno: notas de un viaje a primeros de diciembre.

(AGO. Primeras nieves. Diciembre 2011)

Parece que ni un ser habitara la tierra, más que una bandada de gansos que ahora vuela y desprende cadencias de una partitura. Los caminos se pierden por entre el rocío. Y un silo allá a lo lejos levanta la vista. Árboles muy solos bordean el río. Sobresale el cuello de una vieja iglesia. Y en las nubes bajas que tapan el día percibe el invierno el canto de un mirlo. No se ve horizonte por la luz tan débil. Y en el corto espacio que alcanzan mis ojos presiento en los charcos la piel de la lluvia.

En la carretera, bidones que esperan al puntual lechero. Y frutales secos como un abandono sin señas de brotes ni rastro de frutas. Y cunetas llenas de limo y papeles. Y unas serpentinas de pasadas fiestas y algún trapo roto que ciega y tapona las alcantarillas. Y zarzas heridas, quemadas y mustias. Y un señor que sube a un coche de línea. Y una furgoneta que esparce alborada. Y una verja rota donde cuelga un plástico y estacas y postes y el arco antiquísimo de dos herraduras.

Mañana y diciembre. De nuevo me voy y viajo conmigo. Quizá debería quedarme en mi sitio, resolver mis dudas. Huyo de mis miedos, cobarde y humano. Me dirijo a un sitio, sin saber adónde. Observo las casas cerradas y quedas, los pueblos de adobe, desiertos y a oscuras. Observo el espacio que sobra en el mundo, las lomas vencidas, paisaje sin fin; el terreno estéril que nadie cultiva, las haciendas nobles que ya nadie ocupa. Observo cansancio, distancia en mis manos. Y un peso en mis párpados y una languidez que casi me anulan. Observo y no noto contornos ni sombras. Jamás lo pensé. Sólo atisbo el rostro del frío a mi lado. Y restos de otoño con sus hojas últimas. Voy a no sé cuándo. A ver si hay regreso. Parece que nada ni nadie madruga.

Humean las cuadras y las chimeneas y la voz de un niño que camina a la escuela y admira y señala el aliento limpio que su boca expulsa. Humean los hilos de agua que arroyan de todos los techos y un rebaño que anda por la amanecida. Humean el estiércol que alguien va apilando y la plena ausencia de temperatura. Parecen mentira las praderas yermas y el ganado quieto y el cielo y el clima. Parece la tierra más sola que nunca.
(La Nueva España, 4-01-2012)