Os hayan dejado, que nos hayan
concedido salud y ganas de ir adelante e ilusión por levantarnos cada día. Y
gratitud y bienestar y esperanza en un futuro cercano mucho mejor que este
presente tan duradero y duro. Que os hayan regalado, que nos hayan asignado
fuerza y resistencia para continuar con las cargas y los pesares, cada uno con
los suyos, que serán más que suficientes. Y tenacidad y deseos nuevos y
alcanzables. Y algún sueño en el que refugiarse, cuando la realidad nos asfixie
y nos aburran su tedio y sus empinadas laderas.
Que os hayan otorgado, que nos
hayan depositado amor propio y empeño. Y leguas de entusiasmo por sentirnos
nosotros, con nuestras escasas virtudes y nuestros muchos defectos. Y
sinceridad para poder curar los errores y las caídas. Y algo de ternura para
seguir acariciando la luz de la mañana, el perro, las caléndulas. Algo de
humanidad para no dejar de apuntalar al que se derrumba ni alentar a los que se
agarrotan. Un poco de sentimiento para compartir con el que aún desconoce el poder
del abrazo, la métrica de la sonrisa, el tenor de la insistencia.
Que os hayan consentido y nos hayan
confiado capacidad de emoción y reservas de luz para que nunca nos impidan la
negrura ni el túnel dar un paso más, con firmeza y arresto y perspectiva. Que
os hayan traído un espacio en la casa, en la casa que es vuestra, fruto de
vuestro esfuerzo y vuestras manos hacendosas. Y voluntad y un cerco de cariño
como ese de la luna que corona las noches. Y que todo os viva y permanezca.
(La Voz de Asturias, 7-01-2012)